lunes, julio 31, 2006

Periodismo y liberación

Carlos Fazio

En general, comunicación remite a medios masivos. Y se nos ha hecho creer que en un mundo "globalizado" vivimos en la Sociedad de la Información. Existe, en verdad, una sobresaturación informativa. Pero, ¿quién pone los contenidos? ¿Quién controla la producción y difusión de la noticia? ¿Cómo podemos diferenciar lo riguroso y valioso de lo manipulado y superficial? ¿En beneficio de quiénes circula esa información? Como dijo Eduardo Galeano, "nunca tantos han sido tan incomunicados por tan pocos. Cada vez son más los que tienen el derecho de escuchar y de mirar, pero cada vez son menos los que tienen el privilegio de informar, opinar y crear".


No es común que la gente al abrir un periódico, escuchar una radio o elegir un canal de televisión sepa quiénes son sus propietarios, quiénes los mantienen mediante la publicidad, qué relaciones poseen con el gobierno o las empresas. En México existe un acelerado proceso de concentración de los medios. Al duopolio privado de la televisión -controlado por dos plutócratas que integran la lista de magnates de la revista Forbes: Emilio Azcárraga Jean (Televisa, Cablevisión, Radiópolis) y Ricardo Salinas Pliego (Tv Azteca, Elektra, Banco Azteca, Iusacell, Unefon)- ha venido a sumarse ahora el Grupo Empresarial Angeles (GEA), cuyo principal accionista es Olegario Vázquez Raña, dueño de los hoteles Camino Real y los hospitales Angeles. GEA controla el Grupo Imagen, que acaba de adquirir el Canal 28 de televisión, y que está integrado, además, por Imagen Informativa, Reporte 98.5 y el periódico Excélsior. Esos tres consorcios, el Grupo PRISA, propiedad de la familia Polanco de España (asociada aquí con Televisa Radio) y otra media docena de concesionarios privados controlan los medios electrónicos del país.

Según la UNESCO, la información "es un bien social". Pero esos conglomerados mediáticos responden a un capital. A los intereses de sus dueños. Para ellos la información es una mercancía. Un capital que tiene como objetivo vender productos y crear hábitos de consumo. Esos consorcios que dominan tecnologías y contenidos han convertido a los medios masivos en insaciables maquinarias para obtener mayores tasas de ganancia en el más breve tiempo. Más allá de las contradicciones intercapitalistas y la competencia, a consecuencia de la confluencia de tan poderosos intereses se ha establecido de modo tácito un "consenso mediático" que opera como una gran maquinaria de la dictadura del pensamiento único. La clase dominante marca sus posiciones político-ideológicas a través de los medios y ya no, como antaño, vía los partidos. Los medios se han convertido en un verdadero poder articulador de la plutocracia. Bajo esas condiciones, la posibilidad de expresión pública de las voces críticas y de los sectores subalternos es mínima. Y cuando lo logran, éstas son tergiversadas de manera sistemática.

El periodismo no es el "cuarto poder". Es parte del poder a secas. Forma parte de un único poder que responde a la lógica de dominación de clase, de propiedad de los medios de producción y de acumulación de la tasa de ganancia. La batalla de las ideas se sigue jugando en el terreno cultural. Lo saben muy bien quienes tienen la sartén por el mango. La "información" surge de la decisión previa de gente que piensa lo que hay que pensar y construye la "noticia" en función de sus intereses.

Por conducto de sus intelectuales orgánicos y asalariados -Enrique Krauze, Jorge G. Castañeda, los hermanos Federico y Jesús Reyes-Heroles González Garza, Pedro Ferriz de Con, Mario Ramón Beteta, Joaquín López Dóriga, Víctor Trujillo y quienes les hacen eco-, los medios crean y alimentan mitos. Su poder y su magia invisibles corroen las conciencias y percepciones.
Los "guardianes de la democracia" fomentan el unanimismo, la amnesia, el olvido. Fabrican y construyen estereotipos. Demonizan a los de abajo. Criminalizan a los sucios o impuros. Los convierten en un "peligro" para México. Los tachan de "ilegales" y "violentos", en contraposición a los "pacíficos y "legales". Transforman a las víctimas en victimarios. En la coyuntura, por ejemplo, cometieron la canallada de respaldar al embajador de Israel, David Dadonn, quien tuvo la desfachatez de asociar a quienes se solidarizaron con los palestinos y libaneses víctimas de la ocupación genocida de los neocolonialistas sionistas, en "cómplices" del "terrorismo árabe", concepción que tiene un fondo profundamente racista y fascista.


No hay periodistas "neutrales", "apolíticos" u "objetivos". Quien afirma eso miente o es ingenuo. Casos como el desafuero de López Obrador, la violencia en Sicartsa, Atenco y Oaxaca, y ahora el fraude electoral, han desnudado todo un andamiaje propagandístico mediático pro "institucional" que se sostiene en la mentira, la tergiversación y en campañas miserables de odio y de miedo. O de autoelogio y autolegitimación, como ocurre ahora con la defensa a ultranza del Instituto Federal Electoral. Pero los medios no son todopoderosos; han perdido credibilidad. Y están pasando cosas. Mucha gente recupera la palabra -que es vida, memoria, elaboración, liberación-, sale a la calle, participa de la resistencia civil pacífica y le va poniendo su verdadero nombre a las cosas. El capitalismo se llama capitalismo. El fraude, fraude. Algunos saben que el problema no es el modelo, sino el sistema. En ese contexto, la tarea de los trabajadores de la comunicación es esencial: tienen la posibilidad de romper desde adentro los filtros y las censuras, abiertas o encubiertas, mediante las cuales se des-informa, des-educa y manipula a la sociedad. No es tarea fácil. Pero se hace camino al andar.

http://www.jornada.unam.mx/2006/07/31/026a1pol.php

Ataque israelí contra refugio de civiles; 37 niños entre los muertos

Foto:  Ap
Equipos de rescate libaneses sacan de los escombros de un edificio de tres pisos a una de las víctimas del bombardeo israelí en la ciudad de Qana. La Cruz Roja dijo que muchos de los niños que perecieron eran discapacitados. El ataque en la madrugada del domingo duró dos horas y "fue tan intenso que nadie pudo moverse. Las tareas de salvamento comenzaron avanzada la mañana", declaró un testigo

Condena internacional al bombardeo; "ataque imperdonable", afirma Chirac;
"agresión bárbara", sostiene el jefe de la Liga Arabe

AFP, DPA Y REUTERS

París, 30 de julio. Gobiernos de las más diversas tendencias políticas condenaron hoy a Israel por el bombardeo que perpetró su aviación sobre un campo de refugiados civiles en Qana, en el sur de Líbano, en un hecho que además provocó advertencias de "venganza" de las organizaciones armadas de Palestina y de los Guardianes de la Revolución de Irán.

El presidente estadunidense, George W. Bush, declaró en la Casa Blanca que su gobierno "lamenta la pérdida de vidas inocentes" y se pronunció por una paz "duradera", pero evitó condenar el hecho.

La presidencia de la Unión Europea (UE), que ejerce Finlandia, se dijo "conmocionada y consternada" por la agresión y dijo que "no hay justificación para ataques que causan víctimas civiles inocentes".

El presidente francés, Jacques Chirac, condenó el ataque como "imperdonable" e "injustificable", mientras que el primer ministro británico, Tony Blair, describió el bombardeo como "absolutamente trágico", pero ratificó la posición de su gobierno en favor de una solución de largo plazo.

El papa Benedicto XVI pidió un cese el fuego "inmediato" con el fin de construir "a través del diálogo" una cohabitación estable y duradera en Medio Oriente. Los gobiernos de Italia, España y Alemania expresaron su consternación.

En América Latina, la Secretaría de Relaciones Exteriores de México condenó la agresión; el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, se declaró "indignado"; el gobierno argentino dijo estar "consternado", y Costa Rica demandó "diálogo".

Amr Musa, secretario general de la Liga Arabe, denunció "la agresión bárbara" y pidió "la apertura de una investigación internacional sobre esta matanza y sobre los otros crímenes de guerra cometidos por Israel en el Líbano".

Bachar Assad, presidente de Siria, condenó por su parte la "horrible matanza" de Qana.
Manuchehr Mottaki, jefe de la diplomacia iraní, pidió a la Organización de Naciones Unidas que "juzgue" a los dirigentes israelíes por "crímenes contra la humanidad".

El jefe de los Guardianes de la Revolución iraní, el general Yahya Rahim Safavi, manifestó su esperanza de que Irán "vengue un día la sangre de los inocentes" de Líbano, Palestina, Irak y Afganistán, según un despacho de la agencia de noticias Fars, que fue desmentido más tarde.

En Gaza, el brazo militar del movimiento palestino Jihad Islámica prometió "atentados suicidas" contra Israel "en los próximos días".

El primer ministro palestino, Ismail Haniyeh, miembro del partido Hamas, declaró que "la guerra israelí contra Líbano no logrará sus objetivos". Poco antes, un vocero de esa organización declaró que "todas las opciones están abiertas para las resistencias palestina y libanesa".
En el mismo sentido se pronunciaron las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, así como los Comités de la Resistencia Popular.

Foto

Protesta de libaneses frente a la sede de la ONU en Beirut contra la presencia de la secretaria de Estado estadunidense, Condoleezza Rice, en la región Foto Ap


http://www.jornada.unam.mx/2006/07/31/035n1mun.php

lunes, julio 24, 2006

A WAR CRIME?

Portada del diario inglés THE INDEPENDENT del 24 de julio de 2006.

Una mujer y su hijo que viajaban en un minibús, después de un ataque de las fuerzas aéreas israelitas a Líbano.

Robert Fisk, periodista inglés especializado en temas de Medio Oriente, relata la supervivencia diaria de un pueblo envuelto en el terror de una guerra que toma como sus principales víctimas a civiles inocentes.


Nota: gracias al Maestro (proximamente Doctor) Armando Hernández del CRIM por sugerir el tema y aportar la información y ligas correspondientes.

Diario de una semana en la vida y muerte de Beirut

ROBERT FISK

THE INDEPENDENT

Beirut, 22 de julio. Es la primera vez que en verdad veo un misil en esta guerra. Vuelan demasiado rápido o uno está muy ocupado en correr como para detenerse a mirarlos, pero esta mañana Abed y yo vimos en verdad uno que atravesaba el humo arriba de nosotros. "¡Habibi (amigo mío)!", grita. Yo le respondo: "¡Da vuelta, da vuelta!", y nos alejamos por nuestra vida de los suburbios del sur. Al dar vuelta a la esquina hay una explosión y una montaña de humo gris surge de la calle que acabamos de dejar. ¿Qué ocurrió a los hombres y mujeres que vimos correr por su vida del cohete israelí? No sabemos. En los ataques aéreos, todo lo que uno ve son los pocos metros cuadrados que tiene a su alrededor. Uno sale, sobrevive y es todo.

Llego a mi departamento en el Corniche y veo que no hay luz. Pronto, sin duda, cortarán el agua. Pero me siento en el balcón y reflexiono que no estoy arrumbado en un sucio hotel de Kandahar o Basora, sino en mi propia casa y que despierto cada día en mi cama. Los cortes de energía, el miedo y la falta de gasolina ahora que Israel bombardea estaciones de servicio significan que se ha ido la retahíla de vehículos que rugen y suenan bocinas afuera de mi casa hasta las 2 de la mañana. Cuando despierto en la noche, escucho las aves y las olas del mar Mediterráneo, y el suave mecer de las hojas de las palmeras.

Esta tarde fui a comprar víveres. Ya no hay leche, pero sí agua, pan, queso y pescado en abundancia. Cuando Abed se estaciona para que yo baje, el conductor de la 4 por 4 que va detrás pone la mano en el claxon en forma permanente y, cuando salgo del automóvil, me lanza las palabras Kess uchtak (Chinga a tu hermana). Es la primera vez que me maldicen en esta guerra. Por lo regular los libaneses no insultan a los extranjeros; son personas corteses. Extiendo la mano con la palma hacia abajo y la volteo hacia arriba en la forma que tienen los libaneses para preguntar "¿qué pasa?", pero el otro se aleja. De todos modos, no tengo hermanas.

Lunes 17 de julio. El teléfono aún funciona y mi móvil empieza a gorjear como periquillo. Demasiadas llamadas son de amigos que quieren saber si deben huir de Beirut o de Líbano, o de libaneses que están fuera de Líbano y quieren saber si deben regresar. Escucho rugir las bombas en la zona de Hezbollah, en los suburbios del sur, pero no puedo responder esas preguntas. Si aconsejo a los amigos que se queden y los matan, seré responsable. Si les digo que se vayan y los matan en su auto, seré responsable. Así que les comento lo peligroso que se ha vuelto Líbano y les digo que es su decisión. Pero siento mucha pena por ellos. Muchos han sido refugiados cuatro veces en 24 años. Hoy me llama una mujer libanesa que tiene también la ciudadanía iraní; uno de sus hijos tiene pasaporte estadunidense y otro sólo pasaporte libanés. Su situación es desesperada. Le sugiero que viaje a las montañas cristianas de los alrededores de Faraya y trate de encontrar un chalet. Allí estará segura. Eso espero.

Regreso de Kfar Chim, donde el pedazo de un misil israelí o del ala de un avión acaba de arrancar parte de la cabeza al conductor de un auto. Su aspecto es trágico; la cabeza cuelga hacia delante en el asiento, como si mirara toda la sangre que mana de su cuerpo al piso. Abed se pone nervioso porque paso demasiado tiempo en el lugar: los israelíes siempre regresan. "Habibi, tardó demasiado. ¡Nunca vuelva a quedarse tanto tiempo!" Tiene razón. Los israelíes regresan y bombardean al ejército libanés.

Ahora la mortificada es Fidele, mi sirvienta. Le parece muy peligroso ir del distrito cristiano de Beirut a mi casa porque los israelíes volaron la punta del faro local, a 400 metros de mi puerta. Fidele viene de Togo y prepara unas pizzas deliciosas (le recomiendo a cualquiera su pizza togolesa), así que envío a Abed para que vaya por ella y la traiga una hora a casa. Ella pone en la lavadora mi ropa sucia, y cinco minutos después se va la luz y tenemos que sacarla toda para volver a tratar mañana.

Martes 18 de julio. A las 3:45 de la mañana, me despierto al oír el tráfago de orugas de tanque y el gran motor de un vehículo militar que avanza en la oscuridad. Bajo para descubrir que el ejército libanés ha apostado un transporte de personal de fabricación estadunidense en el estacionamiento de enfrente. Lo han colocado estratégicamente bajo unas palmeras, como si con eso no pudiera verlo un avión israelí. No me gusta la idea, ni tampoco a mi casero, Mustafá, que vive en el piso de abajo. El ejército libanés es ahora un blanco ocasional de los israelíes y este pequeño monstruo tiene todo el aspecto de una palmera disfrazada de tanque. Por la mañana llamo a un general que es amigo mío, y operaciones del ejército me devuelve la llamada para verificar la ubicación. Pasa una hora antes de que encuentren el estacionamiento en sus mapas. Luego recibo otra llamada para decirme que la unidad está frente a mi casa para evitar que Hezbollah use el estacionamiento para lanzar otro misil a un barco israelí. Poco más allá en mi calle está la Escuela de la Comunidad Estadunidense. El ejército libanés nos protege.

Llega el primer barco de guerra francés para recoger ciudadanos de su país que huyen de Líbano. Pasa con orgullo frente a mi balcón. Muchos navíos franceses llevan el nombre de grandes jefes militares, y esta fragata antisubmarinos en particular se llama Jean-de-Vienne. Me meto a consultar mi pequeña biblioteca de historia de Francia. Resulta que Jean-de-Vienne era un almirante del siglo XIV que invadió la población de Rye, en Sussex, y la isla de Wight, y que murió -oh, cielos- combatiendo a los turcos musulmanes en las cruzadas. Un barco apropiado para comenzar la evacuación francesa del antiguo puerto cruzado de Beirut.

Miércoles 19 de julio. Ahora que los israelíes están destruyendo edificios enteros de departamentos en los suburbios chiítas del sur -existe una permanente sombrilla de humo sobre la costa, que se adentra en el Mediterráneo-, decenas de miles de musulmanes chiítas han llegado a buscar refugio en la parte ilesa de Beirut, en los parques y escuelas y al lado del mar. Caminan frente a mi casa de un lado para otro; las mujeres llevan chador y sus barbados maridos y hermanos miran en silencio al mar, mientras los niños juegan felices alrededor de las palmeras. Hablan con rabia de Israel, pero optan por no comentar el profundo cinismo del Hezbollah chiíta, que provocó la brutalidad israelí al capturar dos soldados. Además de Hezbollah, los israelíes dirigen ahora sus ataques a fábricas de alimentos, camiones y autobuses -sin mencionar 46 puentes- y los recolectores de basura se muestran renuentes a recoger bolsas de desperdicios que se acumulan por las noches, por miedo de que su camión sea confundido con un lanzador de misiles. Así que esta mañana nadie recoge la basura.

Los periódicos locales están llenos de fotografías que jamás se verán en las páginas de un diario británico: bebés decapitados y mujeres sin piernas o brazos, o ancianos despedazados. Las incursiones aéreas israelíes son promiscuas -cuando se ven los resultados como los hemos visto con nuestros propios ojos- y obscenas. Sin duda las víctimas igualmente inocentes de Hezbollah en Israel tienen el mismo aspecto, pero la matanza en Líbano es de una magnitud mucho más terrible. Los libaneses contemplan estas imágenes y las ven en televisión -como el resto del mundo árabe- y me pregunto cuántos se ven inducidos a pensar en otro 11/S o 7/J o cualquiera que sea la próxima fecha.

¿Qué hace la guerra a esta gente? Más tarde platico con una periodista austriaca y le pregunto distraídamente a qué se dedica su papá. "A beber", dice. ¿Por qué? "Porque a su padre lo mataron en Stalingrado".

Cruzo la calle para llevar té a los soldados que están en el estacionamiento. Todos son musulmanes chiítas de Baalbek. Jamás abrirán fuego contra una tripulación de misiles de Hezbollah. Luego vuelvo a casa de otra visita a los suburbios del sur y descubro que se han ido junto con su monstruo. La primera buena noticia del día.

El ministro de Finanzas realiza hoy una conferencia de prensa para hablar de los miles de millones de dólares en daños que causan en Líbano los ataques aéreos israelíes. "Hemos recibido promesas de ayuda de Arabia Saudita, Kuwait y Qatar", anuncia con orgullo. "¿Y de Irán y Siria?", pregunta el periodista de la radio, citando a los dos principales patrocinadores de Hezbollah en el mundo árabe. "Nada", responde el ministro en forma cortante.

Jueves 20 de julio. Mal día en cuanto a mensajes. Llamadas de Estados Unidos para decirme que soy un antisemita por criticar a Israel. Aquí vamos de nuevo. Llamar antisemitas a personas decentes pronto volverá respetable el antisemitismo, les digo a quienes hablan, y les pido que digan a la fuerza aérea israelí que deje de matar civiles. Luego un fax de un amigo judío en California me dice que un tipo llamado Lee Kaplan -"columnista del Noticiero Nacional de Israel", sea eso lo que sea- me ha condenado por desarrollar "una carrera altamente lucrativa de orador entre antisemitas". A diferencia de Benjamin Netanyahu y muchos otros que me vienen a la mente, jamás he cobrado por dar conferencias -jamás-, pero tachar de antisemitas a los miles de estadunidenses ordinarios que me escuchan es escandaloso.

Otro fax proviene del editor de la próxima edición en rústica de mi libro, quien se disculpa por molestarme en un "momento tan difícil (sic)", pero promete enviarme pruebas de imprenta por DHL, que aún funciona en Beirut. Voy al centro para confirmar con la empresa de mensajería. Sí, me dice el dependiente, los paquetes con destino a Líbano se envían a Jordania y de allí en camión vía Damasco a Beirut. En camión, me digo. Cielos.

Viernes 21 de julio. Los israelíes acaban de bombardear la prisión de Khiam. Un blanco interesante, porque es la cárcel en la cual la antigua milicia aliada de Israel, el Ejército del Sur de Líbano, solía torturar a los prisioneros atándoles electrodos al pene y a las mujeres electrocutándoles los senos. Cuando el ejército israelí se retiró, en 2000, Hezbollah convirtió la prisión en museo. Ahora la evidencia de la crueldad del ESL se ha borrado. Otro blanco "terrorista".

La energía eléctrica vuelve a mi casa a las 11 de la noche y observo al cónsul general israelí, Arye Mekel, declarar a la BBC que Israel "hace un favor a Líbano" al bombardear a Hezbollah, e insiste en que "la mayoría de los libaneses aprecian lo que hacemos". Ahora entiendo. Los libaneses deben dar gracias a los israelíes por destruir sus vidas y su infraestructura. Deben agradecer todos los ataques aéreos y los niños muertos. Es como si Hezbollah dijera que los israelíes deben sentirse agradecidos con él por atacar al sionismo. ¿Hasta dónde puede llegar el autoengaño?

Sábado 22 de julio. Tomo café en el jardín de mi casero mientras él sube con una escalera a la higuera para bajarme un platón de fruta. "Nos da higos todos los días", dice. "Nos sentamos a su sombra en la tarde y con la brisa del mar es como aire acondicionado." Contemplo su pequeño paraíso de macetas y doy sorbos a mi café árabe servido en una tacita azul. Observamos los buques de guerra deslizarse hacia el puerto de Beirut. "¿Qué pasará cuando todos los extranjeros se hayan ido?", pregunta. Eso es lo que todos nos preguntamos. Lo averiguaremos la próxima semana.

© The Independent
Traducción: Jorge Anaya

jueves, julio 13, 2006

La "neofilia", obsesión por lo nuevo, se apodera de Japón

Una enfermedad del consumo que sólo se cura con visitas a las tiendas. Por Gonzalo Robledo - EFE

Tokio.- La búsqueda obsesiva de las cosas nuevas ha sido catalogada por científicos japoneses como la "neofilia", un mal que, para deleite de las empresas de manufactura, sólo se cura con visitas frecuentes a la tienda más cercana.

Psicólogos de la Universidad de Yamagata, al nordeste de Tokio, aseguran que factores genéticos, relacionados con una enzima presente en las mitocondrias, vuelven al paciente vulnerable a los nuevos lanzamientos comerc

iales.

Según el estudio de la universidad nipona publicado recientemente por la revista Psychiatric Genetics, la "neofilia" afecta sobre todo a "personas brillantes y con alto nivel educativo" quienes sufren el mal a veces sin darse cuenta y la confunden con una simple adicción.

La novedosa hipótesis ayuda a explicar la conducta de los llamados "compradores tempranos", generalmente adolescentes cuya afición por lo recién salido al mercado los convierte en conejillos de indias de las empresas de publicidad donde se les conoce desde hace años con la denominación inglesa "early adapters".

Para curar la población "neofílica" de bebedores de Japón los fabricantes de bebidas lanzan cervezas para la primavera, para el verano, el otoño y el invierno, con diferentes grados de alcohol y con denominaciones que desaparecen en uno o dos meses.

Aparte de los coches para el consumo masivo, las empresas automovilísticas niponas ofrecen ediciones como la lanzada este mes por Nissan y Conran & Partners y que consiste en vehículos de diseño que con colores llamados "chocolate amargo" y "crema irlandesa" buscan atraer a exquisitos "neofílicos".

Tal vez sin conocer el neologismo, muchos importadores de productos europeos como vinos o aceite de oliva, se quejan de la necesidad de renovar constantemente etiquetas o forma de botellas, y citan la obsesión nipona por lo nuevo como una de las dificultades para conquistar este codiciado mercado. Los sofisticados anuncios de televisión que duran menos de un mes en antena, o las exposiciones de arte de tres días en las mini-galerías de Tokio, refuerzan la percepción de que en Japón los casos de "neofilia" son legión.

Pero desde que la teoría japonesa se publicó han surgido críticos en campos como la ciencia y la publicidad que cuestionan la justificación genética de una conducta más fácil de explicar con los patrones de consumo capitalistas. Especialistas en nuevas tendencias como la revista de internet Media Life, indican que la "neofilia" es consumismo "puro y duro" y citan opiniones científicas para demostrarlo.

Según la publicación virtual, el profesor de sociología Colin Campbell, de la Universidad de York en el Reino Unido, asegura que "las sociedades pre-modernas desconfiaban de la novedad" y que la afición a lo nuevo nació en los inicios de la era industrial, a mediados del siglo dieciocho.

La "neofilia" es pues un "desorden de tipo económico" ya que la cultura moderna depende de personas que necesitan cosas nuevas y con un gran sentido de la curiosidad. El profesor Campbell asegura que el amor por la novedad es uno de los fundamentos del capitalismo "ya que estamos predispuestos por el deseo a ser estimulados por cosas nuevas".

Los expertos en tendencias advierten del peligro de no tener víctimas de "neofilia" y se preguntan: "Qué pasaría si en las sociedades desarrolladas la gente usara los coches hasta que se rompieran o la ropa hasta que se cayera a trozos?". La respuesta la tienen en parte los ancianos japoneses que vivieron la miseria del país destruido durante la Segunda Guerra mundial y que lamentan que sus nietos desconozcan el encanto de reciclar.

http://www.ocexcelsior.com/noticias/newswires/2006/junio/0626_noti_wr_mundo_japon_neofilia.shtml


Neofilia y Neofobia

En todo comportamiento exploratorio, sea artístico o científico, se desarrolla el eterno combate entre los impulsos neofílico y neofóbico. El primero nos empuja a nuevas experiencias; nos hace buscar afanosamente la novedad. El segundo nos retiene, hace que nos refugiemos en lo conocido. Nos hallamos constantemente en un estado de equilibrio inestable entre las atracciones opuestas del nuevo estímulo excitante y del antiguo y familiar. Si perdemos nuestra neofilia, nos quedaremos estancados. Si perdemos nuestra neofobia, correremos hacia el desastre. Este estado de conflicto explica no sólo las más visibles fluctuaciones de las modas y caprichos, del tocado y del vestido, de los muebles y de los coches, sino que constituyen también la misma base de todo nuestro progreso cultural. Exploramos y nos atrincheramos; investigamos y nos estabilizamos. Paso a paso aumentamos el conocimiento y la comprensión, tanto de nosotros mismos como del complejo medio en que vivimos.

Fragmento extraido de "El mono desnudo" de Desmond Morris
(The Naked Ape, 1967)
[Correo: desalmadosmonteros@hotmail.com],
Desalmados Monteros, nuestro lugar en la web



Konrad Lorenz, premio nobel 1973, toca el tema de la neofilia en su libro "LOS OCHO PECADOS MORTALES DE LA HUMANIDAD CIVILIZADA" publicado en Buenos Aires en 1973. El doctor Konrad Lorenz (1903-1989), fue un zoólogo austriaco fundador de la etología (del griego eto, que significa "costumbre") es la rama de la biología que estudia el comportamiento de los animales, en el medio natural.
No fue si no hasta la parte final de su vida que realizó estudios de la conducta humana. A continuación un extracto del libro de referencia en donde habla acerca de la neofilia. Nota de la redacción


"...En comparación con los efectos devastadores que la generalizada huida del desplacer provoca en la verdadera condición humana, las igualmente desenfrenadas ansias de procuramiento de placer resultan casi inofensivas. Uno estaría tentado de decir que el hombre moderno es demasiado apático y está demasiado desilusionado como para desarrollar un libertinaje realmente importante.

Desde el momento en que la progresiva disminución de la capacidad de sentir placeres se produce mayormente por el acostumbramiento a situaciones placenteras cada vez más y más fuertes, no es para nada de extrañar que las personas desilusionadas siempre estén a la búsqueda de nuevas situaciones de placer.

Esta “neofilia” se aplica a prácticamente todas las relaciones de las cuales la persona es capaz en relación con los objetos del medio ambiente. Para el atacado por esta enfermedad cultural, después de un cierto tiempo de tenencia, un par de zapatos, un traje, un automóvil, pierden toda su fuerza atractiva exactamente de la misma manera en que lo pierden también la amante, el amigo y hasta incluso la patria.

De un modo sorprendentemente despreocupado muchos norteamericanos al mudarse de domicilio venden la totalidad de sus enseres domésticos y se compran cosas nuevas. Uno de los constantes argumentos de venta con el cual las agencias de viaje tientan a sus clientes es la oportunidad de “to make new friends” . Puede parecer paradójico y hasta casi cínico a primera vista si afirmo que la lástima que uno siente cuando tira a la basura algún fiel pantalón viejo, o una pipa, tiene ciertos orígenes en común con el nexo social existente entre amigos humanos.

Pero cuando pienso en los sentimientos que tuve cuando vendí nuestro antiguo automóvil, con el cual me relacionaban innumerables y hermosos recuerdos de viaje, debo constatar sin posibilidad de error que, cualitativamente, se parecían a los que uno siente cuando se despide de un amigo. Esta reacción para con un objeto inanimado es, por supuesto completamente pueril, pero frente a un animal superior – como por ejemplo un perro – resulta no sólo justificada sino directamente una prueba para constatar la riqueza o la pobreza de sentimientos de una persona. Me he distanciado emocionalmente de muchas personas que me contaban de su perro: “... y después nos mudamos a la ciudad y tuvimos que dejarlo.”

La neofilia es un fenómeno que les encanta a los grandes fabricantes y que, en virtud de la adoctrinabilidad de las masas que veremos en el Capítulo VII, puede ser explotada para lograr una ganancia mercantil en gran escala. “Built-in obsoletion”, es decir “obsolescencia incorporada” es un principio que juega un gran papel tanto en la moda de la vestimenta como en la de los automóviles....


http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Lorenz/Lorenz_OchoPecadosMortales.htm